EL HOMBRE DEL BAR: JULIO 20 DEL 2014
El tipo del bar ha estado enviando mensajes, no estoy lista para una cita y mucho menos una relación. En los últimos meses solo he estado por ahí besando desconocidos, durmiendo en diferentes camas, siendo una cualquiera, evitando lastimar alguien más. Aun así he decidido aceptar salir con el hombre del bar, se llama Cristopher, pero me ha dicho que lo llame Cris, parece ser buena persona. Me ha llevado a su apartamento, es un lugar bastante grande con una increíble vista, hemos tomado vino y hablado un poco sobre nosotros. Las cosas comenzaron a subir de nivel, los besos en el cuello y las caricias hicieron que nos metiéramos en su cama.
Me siento cansada de ser esa chica con la cual solo quieren pasar el rato, pero aquí estoy de nuevo, acostada sobre la cama con las piernas abiertas, cubierta de sudor, intentando perderme en el placer producido por el sexo casual. Siento como recorre mi cuerpo con besos vacíos, en verdad no importa mucho, solo quiero calmar aquellos deseos carnales que tengo hace varios meses. Él comienza a bajar sus manos, llega aquella zona de la cual mamá siempre hablaba, si, esa que no podía dejar que nadie tocara, pero estoy tan caliente que a la mierda con todo, muero por ser penetrada. En ese momento solo tengo una meta, llegar al orgasmo para luego repetirlo una o dos veces más e irme a casa con las piernas temblando.
Esta vez me toca manejar la situación, subo sobre él, beso su cuello y comienzo a moverme, veo que él se pierde en placer mientras intento hacer lo mismo, pero no he podido dejar de pensar en qué pasará después de aquel polvo, ¿querrá que me quede dormida sobre su pecho?, porque si es así tendré que buscar una muy buena excusa para salir corriendo, huyendo del compromiso y de las cursilerías, pero eso es lo de menos, ya pensaré en algo, por ahora solo quiero concentrarme en aquel adonis que tengo entre las piernas.